Primero son los coléricos, chicos revoltosos, desordenados y despreocupados, que colisionan con la formalidad validada. Ahora son los hippies, apéndices del rock y que encuentran inmediata incomprensión. La portada de “Déjame ser hippie”, Cine Amor 360, mayo 1968, es un punto de inflexión en esta pugna social y prueba la vocación narrativa de las fotonovelas chilenas, que procura identificarse con los temas contingentes.